Entrevista a Nicolás Maiello, antropólogo y músico. Los orígenes celtas de Halloween: el lado tradicional y espiritual de la polémica celebración.
Por Marcos K.
Se escuchan opiniones encontradas en la calle en estos días, al pasar junto a la vidriera de un cotillón, repleta de calaveras y diablitos. Señoras que rezongan; niños que se comen la mercadería con los ojos; adolescentes que se preguntan de qué se disfrazarán para este fin de semana. Lo quieras o no, Halloween está acá. Pero, ¿es sólo cotillón? Tenemos la vaga noción de que algo tiene que ver con los celtas, y con los espíritus de los muertos cruzando el velo hacia nuestro mundo. Y en Cámara Oscura nos propusimos correr ese velo de merchandising, para pispear un toque qué hay atrás.
Entrevistamos a Nicolás Maiello. Es antropólogo y músico, y en lo segundo está íntimamente relacionado con la cultura celta: forma parte de la banda Daür, donde toca el cello. Tocan instrumentos tradicionales, se lookean en tema, con túnicas y pintura facial, y presenciar uno de sus shows implica el desconcierto de no saber en qué momento dejaste atrás el mundo de los mortales y comenzaste a pisar tierra de hadas y faunos. Si querés una probada, podés verlos mañana, viernes 1ro de Noviembre a las 21, en el pub irlandés Sullivan’s en Borges 1702, en el corazón de Palermo. Si llegamos tarde a tus planes de viernes, el sábado 2 a las 16 van a estar tocando en la feria medieval Valherjes, en el predio Scout de Yrigoyen 5930, Remedios de Escalada (GBA).
¿Cuáles son los orígenes del Halloween?
NM: Halloween tiene orígenes múltiples; hay toda una tradición en todos los pueblos del mundo de celebrar las transiciones entre los distintos momentos del año. Halloween viene, tal como lo conocemos nosotros, de un sincretismo entre las tradiciones celta y cristiana. La fecha tiene que ver con el principio del invierno, queda a mitad de camino entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Viene del Samhain celta, y el nombre “Halloween” viene de la tradición cristiana, de una festividad que conmemora la construcción de un templo por parte de un Papa, en el siglo VII, sobre un panteón romano, en nombre de todos los santos. Decide que la Iglesia va a venerar a todos los santos en ese día, y se elige el 1ro de noviembre.
¿La elección de esa fecha es casual?
NM: No, la elección de las fechas por parte del cristianismo nunca es casual, siempre ha ido absorbiendo las culturas que iba cristianizando y tomaba fechas para hacer la transformación al culto menos violenta. Los primeros en hacer eso han sido los emperadores romanos, que cuando adoptan el cristianismo como religión oficial, para que la población romana no resista tanto comienzan a relacionar las fechas de la liturgia romana con las festividades cristianas. Sin ir más lejos, la Navidad cae en la misma fecha que las Saturnalias, y coincide con el cumpleaños de Osiris y con las fiestas de Mitra en la India. Entonces esas fechas son recurrentes en toda la tradición del Viejo Mundo.
Quizá esta recurrencia tiene que ver con las prácticas comunes a diversas culturas, por ejemplo la agricultura.
NM: Sí, Samhain es una festividad de cosecha, el fin del otoño y se recogen los frutos.
Por eso las calabazas.
NM: Las calabazas tienen otro origen, la leyenda celta de Jack O’Lantern. Pero sí, la riqueza de las transiciones siempre da lugar a festividades, y el nombre “Halloween” viene del Día de Todos los Santos; en Escocia le decían “All Hallows Eve”, “víspera de Todos los Santos”, y bueno, el tiempo pasa, y lenguaje de por medio, se economiza en “Halloween”. Se va mezclando la tradición entre Escocia, Irlanda, Gales, y también en el norte de España, que es otro lugar con fuerte influencia celta.
Estaríamos cuestionando el origen estadounidense del Halloween.
NM: Existe también una cuestión polémica sobre el origen del Día de los Muertos mexicano. No hay acuerdo entre los historiadores y antropólogos sobre si es importado por la colonia o si es una tradición sincrética en continuidad con lo precolombino. Es bastante polémico el tema porque se pueden hacer usos políticos un tanto nacionalistas sobre el tema, y más desde que hace un par de años la UNESCO lo ha declarado como Patrimonio de la Humanidad. No cabe duda de que en México el Día de los Muertos no solamente es una festividad importante desde lo religioso, creo que en Argentina no llegamos a dimensionar el impacto del catolicismo en el resto de Latinoamérica, son países profundamente cristianos.
Incluso en México hay una división fuerte entre quienes celebran el Día de los Muertos y quienes desde una tradición católica más férrea prefieren atenerse a celebrar el Día de Todos los Santos.
NM: Sí, hay luchas, y lo interesante es cómo algunos lugares resisten a cierto tipo de globalización, intentando recurrir a estas prácticas, rituales o festividades como parte de su identidad; y por el otro lado el uso netamente comercial, que es lo que suele suceder cuando una cultura se mercantiliza. La estética del Día de Todos los Muertos es muy clara, y los mercados alrededor de eso se vuelven muy fuertes. Se empieza a desdibujar la línea entre lo que es identitario y lo que es un producto, una estética o un estilo.
Estamos muy acostumbrados a escuchar decir que la globalización es inevitable, como si el proteccionismo tradicional remara contra la corriente. Si bien la transculturación fue aplicada como método deliberado de conquista, ¿es inevitable?
NM: La globalización es un hecho, no tiene vuelta atrás. Lo que sí, aparecen frente al proceso de globalización ciertas corrientes conservadoras, nacionalistas, y se hace uso de los rasgos identitarios a modo de esencia del ser nacional. En Argentina está el caso del gaucho, un símbolo completamente arrancado de su contexto histórico y de su significación original, puesto como símbolo, el gaucho en la Pampa; y si investigás un poco te das cuenta de que el gaucho era un paria en la frontera, dándosela contra los indios, cuidando las vacas, y no era ese gaucho sabio, onda Martín Fierro, es una romantización absoluta. Puede ser bastante peligroso cuando se hace uso político de esos rasgos, la frontera con los nacionalismos más acérrimos es muy permeable, se cae muy rápidamente en que “esto no es argentino”, “esto no es mexicano”, “esto no es irlandés”. Los nacionalismos nunca han sido inclusivos, marcan un adentro y un afuera, y cuando eso se esencializa sobre un pasado romantizado e imaginado, los riesgos de dejar afuera a mucha gente y empezar a hacer una cosa muy sectaria son grandes, y cuando es a nivel nacional, como en el caso de Mexico, aparece tensión. Entonces volviendo al tema de la globalización, yo creo que es inevitable, es un hecho, no hay vuelta atrás; pero el riesgo es que, en vez de entender las construcciones identitarias como procesos, ya sean nacionales, personales o de grupos, como fragmentos de cosas que voy agarrando en este mundo globalizado, sean esencias estáticas de un pasado del cual se pretende continuidad, de los celtas de la Bretaña prerromana a la Irlanda de hoy como si hubiese una continuidad absoluta, sin rupturas, o pensar que de los mayas a hoy en México no ha habido cortes.
Quizás hay un componente artificial en la tradición.
NM: Sí, la tradición está constantemente reinventándose, el tema es que una postura conservadora siempre va a proponer que no lo es, va a ocultar la artificialidad de la tradición; una tradición que siempre es actuada, performateada. Es complejo, se manejan muchos datos, intereses y sensibles, la identidad no es fácil de deconstruir y rearmar.
¿Tendríamos entonces que entender los cotillones repletos de imaginería de Halloween como un proceso inevitable y aceptarlo, o revalorizar la tradición?
NM: A mí me resulta interesantísima la revalorización de Halloween, sobre todo cuando se cuestiona cada vez más un origen estadounidense, cuando se empieza a entender que lo que ha sido estadounidense es la masificación de Halloween.
Hay también una inyección de iconografía pop, procedente en su mayoría del cine.
NM: Sí, es que en realidad es agarrar algo y dejarlo estático, toda la simbología, los colores naranja, púrpura y negro, están en la tradición rastreable más antigua de esta celebración, en Irlanda por ejemplo, y sin embargo aparecen como lo único que queda.
Se convierte en un look and feel comercial.
NM: Claro, pero es muy interesante la idea de que vuelva una festividad que tiene que tener sentido, en un mundo supermoderno donde no hay cortes. El mundo es continuidad permanente, y las festividades en las sociedades tradicionales hacen cortes en la continuidad del tiempo, sobre todo fechas tan especiales como Beltrane en verano (mitad entre equinoccio de primavera y solsticio de verano en el hemisferio norte, en mayo) y Samhain. Esos dos polos del año aparecen como momentos donde el tiempo se suspende. Hay una mayor apertura a una sensibilidad que entra en un tiempo distinto, no tan mundano o cotidiano, sino un momento en el que algo en el tejido de la realidad se rompe y aparece lo paranormal. Está bueno recordar este tipo de cosas, porque siempre que algo rompe la continuidad aparece la reflexión. Entonces yo no veo con malos ojos ciertas festividades, siempre y cuando uno se pueda correr de lo comercial, de lo meramente hollywoodense. Yo creo que más que Hollywood han sido los dibujos animados los que han importado esa imaginería, sobre todo porque impactan directo en los nenes. Pero estaría bueno que más personas supieran sobre el origen de estas fiestas. Las festividades no solamente como un punto para juntarse con la familia y ponerse en pedo, sino como un momento de ruptura de la separación entre lo sagrado y lo profano. Una irrupción de lo sagrado en la continuidad de lo cotidiano, que se manifiesta en esta libre circulación de espíritus que tendrían durante el día a día vedado caminar por el mundo.
Esto que estás mencionando tiene mucho que ver con muchas opiniones con las que nos venimos encontrando en la calle con Cámara Oscura, esta cuestión de revalorizar el terror desde una perspectiva de construcción y deconstrucción de la identidad de una cultura.
NM: Hay algo común en este mundo globalizado, y es lo que este tipo de celebraciones nos recuerda, que el miedo siempre es a lo radicalmente otro. El gran problema del mundo globalizado es pensar a otro ser humano, otra cultura, como un ser radicalmente otro, incluso dentro de nuestra propia sociedad, esta cuestión tan popular y chota de los últimos años, “la grieta”, como algo del otro lado que es inalcanzable, saltar un abismo y lo que está del otro lado me da miedo, cuando en realidad lo que me da miedo es el abismo.
Podemos parafrasear a Nietzsche, “si miras mucho el abismo, el abismo te mira a ti”. Quizás ese mirar tanto en el abismo genera un fanatismo. Quizá la grieta se vuelve más oscura cuanto más la enfatizamos.
NM: Es que justamente se trata de no olvidar que el abismo está lleno de cosas, los fantasmas son bastante reales en un sentido más psicoanalítico, o pensando en la memoria. Hay mucho a qué tener miedo, el tema es cómo una sociedad lo negocia consigo misma, cómo es la relación de una sociedad con eso sobrenatural que es el otro, ese reverso, y en una sociedad secularizada esa relación se vuelve compleja, porque aparece el reverso como vacío, y hay que ocuparlo. ¿Y cómo se ocupa? Con el “negro”, el “villero”, el “puto”, mientras más distante lo veo más radical se vuelve esa diferencia y mayores los temores y la amenaza. Yo creo que sin ese tipo de miedo funcionando en el mundo hoy, no aparecerían los movimientos de ultraderecha, los conservadores recalcitrantes como Donald Trump y Bolsonaro, son movimientos que tienen mucho sentido en un mundo que perdió completamente su relación con lo sobrenatural. Aparecen estos tipos que… incluso me voy a poner polémico, pero las iglesias evangélicas… el “puto” es Satán. Ponen en la otredad una diferencia divina, porque querámoslo o no, el origen de Lucifer no deja de ser divino, no se corre de lo sagrado, por más que sea sacrílego. Hay una gran problemática ahí. A mí me gusta mucho el buen terror, y siempre está metiendo el dedo en la llaga, “che, hay cosas de las que hay que tener miedo, hay que estar atento”, y capaz que los fantasmas no son tan góticos, onda fantasma con cadenas.
NM: Es muy buena esa expresión. Es el lugar que da a pensar. Está bueno que existan esos lugares, porque a veces uno piensa que en la literatura más compleja o más profunda, en los dramas más personales es donde encontrás cosas que den a pensar; y sin embargo hay tanto para pensar en una buena comedia o una película de terror como en la obra más dramática o shakespeareana.
Incluso Shakespeare emplea esos recursos a los fines dramáticos; Shakespeare elige que el padre muerto de Hamlet sea quien le comunique la traición, no una persona viva, y no debe ser por nada. Y ya que estamos hablando de historias espeluznantes, nos podemos despedir con la leyenda de Jack O’ Lantern, que la mencionaste.
NM: Es una linda leyenda irlandesa, y como en toda leyenda, voy a decir la versión tal como la puedo reproducir. La tradición oral tiene esto de que capaz que aparece un irlandés y me dice, “no, en la leyenda eso no pasa”, y los mitos no funcionan así.
La leyenda dice que había un irlandés que se llamaba Jack, y era tan malo que todo el mundo le tenía miedo. Un día el Diablo se entera y dice “no puede ser que sea un chabón tan malo”. Entonces lo invita y hacen una apuesta. Se empiezan a pelear a ver quién invita la cerveza, y Jack le apuesta a que no puede convertirse en una moneda como para pagar. Entonces el Diablo se convierte en una moneda, Jack la agarra y se la mete en el bolsillo, donde tiene una cruz. Entonces le dice que lo va a dejar salir si promete no molestarlo por un año.
Un año después vuelve el Diablo, y Jack le dice que dejó algo en un árbol, que va a ir con él si se lo baja. Cuando el Diablo sube, Jack le talla una cruz en el tronco y el Diablo no puede bajar. Jack le hace prometer que no lo va a molestar en diez años y que nunca lo va a llevar al infierno.
Finalmente Jack muere de viejo, y había sido malísimo. Llega al infierno y el Diablo le dice “tomátelas de acá”. Va al cielo y le dicen “tomátelas de acá”. Entonces a Jack le tiran una brasa del infierno, y la mete dentro de un nabo, que va evolucionando hacia la calabaza, que es más fácil de tallar que un nabo. De ahí viene la imagen de la lámpara, porque se dice que Jack O’ Lantern anda por los caminos errando, y en Samhain es el que aparece y toca la puerta diciendo “trick or treat”, y la gente siempre tiene que decir “treat”, porque sino puede llegar a maldecir la casa. Nosotros siempre lo vemos en Estados Unidos como la constumbre de los niños que salen a pedir golosinas, pero en España hay un montón de tradiciones relacionadas con eso.
Entonces ya sabés: si esta noche Jack O’ Lantern o el fantasma de la globalización te golpean la puerta… capaz que les tirás un par de caramelos y zafás.
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