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Cámara Oscura

¿Por qué Cámara Oscura?

Editorial de apertura






¿Por qué Cámara Oscura? ¿Por qué sacar a relucir un género cinematográfico que, además de ser prejuzgado y rechazado por los dueños de la moral y el buen gusto, apenas parece existir en Argentina? Tal vez antes de esas preguntas haya que empezar por otra más elemental: ¿existe el cine de terror en Argentina? Existe. Claro que existe, y hoy está más vivo que nunca: Aterrados está en el catálogo de Netflix y se va a hacer una remake estadounidense, Muere, monstruo, muere fue nominada en Cannes, el festival Buenos Aires Rojo Sangre es un evento cada vez más concurrido, la nueva versión de It fue dirigida por un argentino.

Es difícil hablar de un terror argentino con un sello estilístico que lo defina. Más bien son esfuerzos puntuales y esporádicos, en muchos casos imitando al modelo norteamericano, otros tantos en una mezcla bizarra con elementos cómicos. Hubo casos paradigmáticos como el de Emilio Vieyra y el de Narciso Ibáñez Menta en televisión, pero incluso estas personalidades, legendarias entre los aficionados, lograron poca relevancia por fuera de él. Entonces, otra vez más, ¿por qué Cámara Oscura? Porque creemos que esta noción histórica de que en nuestro país el terror “no anda” está agotada. Es una convención, algo instalado que hay que desinstalar, y como un pibe de cinco años que pregunta todo, preguntamos también: ¿por qué los tanques norteamericanos de terror tienen tanto impacto y las producciones locales están tan invisibilizadas? No puede ser casual, y es por eso que buscamos entender cuál es el problema, y ser parte de la solución mediante la visibilización, difusión y discusión. ¿Será que los argentinos le tenemos miedo a otras cosas, y hay que descubrirlas? ¿O tiene que ver con cuestiones propias de nuestra industria cinematográfica, de la distribución, de la institución crítica y del circuito de festivales?

Este proyecto transmedial nace de la convicción de que las películas de terror son mucho, muchísimo más que compilados de sustos baratos, y de que la producción local tiene las cualidades para dar cuenta de eso. Hay que salir a producir audiovisuales, como se pueda, con grandes recursos o con dos mangos, con planificaciones exhaustivas o a los ponchazos, sea una historia original o un Dollar Baby’s Deal, pero siempre con amor por el terror y con el deseo de que en un futuro no muy lejano podamos entenderlo como un género fuerte, de una realidad indiscutible. Así que a filmar, filmar hasta que nuestras manos queden deshechas como las del niño muerto que merienda en la más inolvidable escena de Aterrados.

De igual manera que la cámara oscura recibe fragmentos de la realidad en su plano focal, este espacio está abierto para recibir material de realizadores locales. Mandanos el tuyo.


camaraoscura.av@gmail.com





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